El vaso de Rubin
Esta actividad pertenece al libro de GeoGebra La percepción de la forma, que se complementa con los libros La percepción del tamaño y La percepción del movimiento.
El vaso de Rubin recibe el nombre del psicólogo danés que lo hizo famoso en 1915, Edgar Rubin. Sin embargo, es más antiguo. Pueden encontrarse ejemplos en dibujos franceses del siglo XVIII.
El vaso de Rubin es una ilusión de ambigüedad fondo-figura. En estos casos, una línea delimita dos formas. El contorno que percibimos depende de en cuál de estas dos formas nos fijemos. Esto es importante, pues nuestro sistema visual codifica en primer lugar los objetos en función de sus contornos. Al mismo tiempo, aquellos elementos que están próximos, o son parecidos u homogéneos, tienden a ser agrupados juntos. A este proceso se le denomina "agrupación".
Puedes intercambiar rápidamente de una percepción a la otra, simplemente variando la atención a la otra forma del contorno: el proceso es reversible.
No existe duda de que este efecto particular involucra al proceso cortical en el cerebro. Esto sucede porque nuestra memoria ha almacenado previamente información sobre vasos y perfiles humanos. Tu cerebro necesita reconocer patrones adquiridos para interpretar correctamente los objetos externos. Para ello, es necesario distinguir el objeto (figura) de su escenario (fondo). La mayoría de las veces esto es relativamente fácil, pero a veces, como en el caso de los camuflajes, puede ser mucho más difícil.
La ilusión del vaso de Rubin es importante porque demuestra que nuestra percepción de la forma no queda exclusivamente determinada por la imagen formada en la retina. La espontánea reversibilidad de la interpretación ilustra el dinamismo natural del proceso perceptivo.