HERACLES

Hijo de Zeus y Alcmena, quien era esposa de Anfitrión e hija de Electrión, rey de Micenas. Mientras reinaba Electrión, llegaron a Micenas los tafios, habitantes de las islas Equinas, con la intención de reclamar el reino. El rey negó que tuvieran derecho sobre su territorio. En la batalla murieron los nueve hijos del rey, mientras que los tafios escaparon. El rey salió a buscarlos, por lo que tuvo que confiar su reino a su única hija, Alcmena, y también al hermano de su esposa, Anfitrión. Pero poco antes de partir, Electrión muere por culpa de Anfitrión. Por esta razón, su hermano menor, Esténelo, ocupó el trono y expulsó a Anfitrión del reino. Alcmena fue con él y le prometió que sería su esposa si vengaba la muerte de sus nueve hermanos.​ Zeus se enamoró de la belleza de Alcmena, tanto como para engendrar con ella al hombre más valeroso de todos. Y mientras Anfitrión partía a la guerra, el dios tuvo relaciones con ella. Cuando regresó Anfitrión, victorioso, también tuvo relaciones con Alcmena. Después de unos meses, nacieron los gemelos Heracles (hijo de Zeus) e Ificles (hijo de Anfitrión).​ Hera, muy celosa, intentó asesinar a los gemelos. Colocó dos serpientes en su cuna para que los estrangularan. Ificles sintió miedo, pero Hércules tomó ambas serpientes, las mató y lanzó a los pies de su madre. En ese momento todos comprendieron que se trataba del hijo de Zeus. ​ A Heracles lo educaron los mejores maestros.  Tenía dieciocho años cuando cumplió su primera hazaña. En Citerón había aparecido un león que destruía la zona y devoraba las ovejas de Tespio y Anfitrión. Heracles lo persiguió durante 50 días hasta que finalmente lo capturó. Durante esos días se alojó en el palacio de Tespio, donde cada noche durmió con una de sus hijas. Solo una no durmió con él. Aun así, Heracles tuvo cincuenta hijos porque una de las hijas de Tespio dio a luz gemelos. Tras esto, Heracles mató al león y se marchó.​ Tiempo después, organizó una campaña contra los minios de Orchomenos para liberar a los tebanos de sus impuestos. Los venció y obligó a pagar a Tebas el doble de lo que recibían de aquella.  Como recompensa, tomó como esposa a Mégara, hija del rey de Tebas. Durante la guerra entre tebanos y minios murió Anfitrión, por lo que su madre, Alcmena, se casó con Éaco.​ A pesar de las numerosas proezas del héroe, Heracles siempre tuvo que pagar por la ira de Hera, que lo perseguía sin descanso. En cierto momento, la diosa le envió otra prueba: un ataque de locura, durante el que Heracles mató a todos los hijos que tuvo con Mégara. Cuando recobró los sentidos y se dio cuenta de lo que había hecho, se refugió en Delfos para preguntarle a Apolo cómo expiar su pecado. Apolo le dijo que fuera a la Argólida y sirviera al rey Euristeo. Euristeo le encomendó a Heracles doce trabajos que debía cumplir en doce años. Si lo lograba, el héroe sería expiado por el asesinato de sus hijos.  1) El león de Nemea: En el Peloponeso, en el área de Nemea, se encontraba la cueva donde se había criado un león, hijo de Equidna y Ortos. Este animal devoraba animales y hombres por igual. Heracles, como primera tarea, debía matar al león de Nemea. Partió para allá con todas sus armas. En el camino se encontró con Molorco, un pastor, que había perdido a su hijo y rebaño por culpa del animal. Heracles le informó de su misión, lo que alegró tanto al pastor como para intentar sacrificar al último carnero que le quedaba. Heracles no lo aceptó, y en su lugar le dijo que lo sacrificara dentro de un mes en honor a Zeus Salvador si regresaba con vida, o en honor a él si moría como héroe.​ Después de un tiempo, Heracles encontró a la fiera. Le disparó con su arco, pero las flechas no atravesaban su piel. Entonces usó su espada y su garrote, pero al final la fiera y el héroe se enfrentaron cuerpo a cuerpo. Al final, Heracles logró superar la fuerza del león y lo estranguló. Llevó el cuerpo del animal en sus hombros hasta Euristeo, quien al verlo sintió miedo y admiración. Comprendió que el héroe tenía una fuerza aterradora, por lo que le prohibió entrar a la ciudad. De ahora en adelante, Heracles debía probar sus hazañas desde el exterior. ​ Heracles conservará el cuerpo del león y usará la cabeza como casco y el resto como armadura.  2) La Hidra de Lerna: Esta vez, Heracles debía matar a un monstruo con forma de serpiente, la Hidra de Lerna. Fue enviada junto con otros monstruos por Hera con la esperanza de matar al hijo de Zeus. ​ La Hidra tenía nueve, cincuenta o cien cabezas de serpiente. Vivía en la región de Argos, en el lago de Lerna. Su cuerpo era enorme, sus cabezas expulsaban fuego y de su nariz salía veneno. Nadie podía detenerla, pues era inmortal. La cabeza del medio lo era, al menos. Y si le cortaban una de las otras, le crecían otras dos. Cuando Heracles llegó, Ateneale dio la idea de lanzar flechas con fuego para obligar al monstruo a abandonar su guarida. Tras esto, la Hidra se lanzó contra el héroe. Lo enroscó una pierna con sus múltiples cuellos e intentó matarlo con su veneno. Heracles se puso a cortar cabezas, pero pronto entendió que era inútil, pues se multiplicaban. Además, Hera envió un cangrejo gigante, Cáncer, que atrapó la otra pierna del héroe con sus tenazas. Como estaba en peligro, Heracles llamó a su buen amigo Iolao. Después se deshizo del cangrejo aplastándolo con la pierna que le había atrapado. Se dice que Hera convirtió al cangrejo en una constelación. ​ Para matar a la hidra no bastaba la fuerza, también se necesitaba inteligencia. Heracles ordenó a Iolao que prendiera fuego a un grupo de árboles e hiciera antorchas. Así, cuando Heracles cortaba una cabeza, Iolao colocaba la antorcha en la herida para evitar que saliera otra. Y cuando cortó la cabeza inmortal, la enterró en un las profundidades de la tierra, y encima colocó una piedra gigante para evitar que se uniera a su cuerpo. Luego desolló lo que quedaba del monstruo y mojó las puntas de sus flechas con la sangre de la hidra para hacerlas venenosas. Heracles regresó a Micenas para informar de su hazaña, pero el rey decidió que esta no contaría por la intervención de Iolao  3) El jabalí de Erimanto: Euristeo ordenó a Heracles que le trajera vivo al jabalí de Erimanto, un animal que vivía en Arcadia y causaba estragos en la ciudad de Psofida. El animal era muy fuerte, y existía la posibilidad de que destrozara al hijo de Zeus con sus afilados dientes. ​ Heracles optó por cansarlo hasta que no fuera una amenaza. Lo asustó, y el animal salió de repente y empezó a correr por las laderas del Erimanto. Cuando el jabalí no pudo correr más, Heracles se acercó con cuidado, le ató las patas y lo llevó a Micenas. Euristeo se asustó tanto que se ocultó en una vasija. Más tarde, Heracles mató al animal y lo desolló. La tradición dice que llevaba su piel junto con la del león.  4) La cierva de Cerinia: Euristeo quería la cierva de Cerinia, la que tenía cuernos de oro y era la única que logró escapar de Artemisa. El rey ordenó a Heracles que trajera ileso a este increíble animal. La única forma era tomarla por los cuernos de oro. El problema es que también tenía pezuñas de oro, lo que la hacía muy rápida. Heracles siguió a la cierva durante un año, pero no pudo alcanzarla.  Tiempo después, el animal intentó escapar por el río Ladón. Allí, Heracles encontró la oportunidad de herirla con una flecha. La capturó y la ató para llevársela al rey. En el camino se encontró con Apolo y Artemisa, que se molestaron mucho cuando vieron al animal herido. Pero cuando el héroe explico que era culpa de Euristeo, su ira se apaciguó y lo dejaron pasar.  5) Las aves del lago Estínfalo: En el norte de Arcadia se habían refugiado unas aves que, según el mito, llegaron perseguidas por lobos. Estos pájaros, sin embargo, eran criaturas horribles y sanguinarias. Devoraban humanos y tenían alas de hierro, con las que lanzaban plumas como flechas.​ Euristeo ordenó a Heracles matar estos pájaros. Cuando llegó al lago, le costaba distinguir a los pájaros que se posaban en la vegetación del lago. Entonces Atenea le dio dos cascabeles de bronce, creaciones de Hefesto, que al golpearlos producían un ruido ensordecedor. Entonces Heracles se acercó al lago y tocó los cascabeles con todas sus fuerzas. Los pájaros emprendieron el vuelo, asustados, y fueron presa del arco y las flechas de Heracles. Solo se salvaron unos pocos, que huyeron a la isla de Ares en el Ponto Euxino.   6) Los establos de Augeas: Durante años, la tierra de la Élide era gobernada por el rey Augeas, hijo del Sol. Sus riquezas eran famosas, tanto que llamó a dos arquitectos, Trofonio y Agamedes, par que construyeran una cámara que mantuviera seguros sus tesoros. ​ El rey también tenía innumerables rebaños, los que se extendían por cientos de praderas. De esta forma, era natural que los habitantes del reino se quejaran por los numerosos excrementos y el mal olor. No parecía haber solución, pues los servidores del rey no eran suficientes para limpiarlos. Entonces Euristeo, para humillar a Heracles, le ordenó limpiar todos los excrementos en un día, solo y a mano. ​ El héroe fue a la Élide, se reunió con Augeas y le propuso limpiar los excrementos si se llevaba una décima parte de los rebaños. Augeas, incrédulo, aceptó y envió a su hijo, Fileo, como testigo. Entonces Heracles abrió una gran zanja entre los establos del rey, y la desvió hacia las aguas del río Alfeo, que pasaba por allí. En unos días los establos estaban limpios. En el proceso, Augeas se enteró de la orden de Euristeo, por lo que le negó  recompensa a Heracles. Entonces fueron designados jueces para resolver la disputa, y se llamó como testigo a Fileo, que dio la razón al héroe y reprochó la mala conducta de su padre. Augeas, impasible, se negó a aceptar la culpa y expulsó a ambos del reino. Fileo se refugió en Duliquio, mientras que Heracles fue a Micenas. Euristeo, al enterarse de cómo el héroe resolvió el trabajo, se negó a reconocerlo.   7) El toro de Creta:  Cuando Zeus secuestró a Europa, la llevó a Creta montada en un toro. Después de que tuvieran relaciones, Zeus dejó libre al toro, que comenzó a escupir fuego y a causar desmanes en la isla. Euristeo ordenó a Heracles traer el toro a Micenas. El héroe fue a Creta y pidió permiso a Minos para capturar al animal. Él se lo concedió, siempre y cuando fuera capaz de hacerlo. Heracles tomó una cuerda y su garrote, y partió en busca del toro. Después de unas horas, logró atrapar al animal agarrándolo por los cuernos. Luego le ató las patas con la cuerda y lo llevó ante Minos, y luego a Micenas. Euristeo, sorprendido por la belleza del toro, quiso dedicárselo a Hera, pero ella, sabiendo quién lo había capturado, lo rechazó.   8) Los caballos de Diomedes: Diomedes, hijo de Ares y rey de la tribu guerrera de los bistones, tenía cuatro caballos carnívoros en su establo. Los enviaba a los forasteros que llegaban a su país o a los súbditos indisciplinados. Los caballos estaban atados con cadenas pesadas a un pesebre de bronce y los vigilaban varios guardias. Euristeo le ordenó a Heracles traer estos caballos. El héroe viajó al país junto con su amigo Abdero. Tras una breve lucha, ambos derrotaron a los guardias y capturaron los caballos. Cuando Diomedes se enteró, llamó a los bistones para que persiguieran a los invasores. Heracles le confió a su amigo los caballos y se enfrentó solo contra Diomedes y los bistones. El héroe mató cientos de guerreros, lo que provocó su retirada. Heracles volvió para encontrar los restos de Abdero; los caballos lo habían devorado. Tras su entierro, el héroe fundó una ciudad en su honor: Abdera. Heracles envió los caballos a Euristeo, que los dejó libres. Los animales, después de vagar durante mucho tiempo, llegaron al Olimpo, donde fueron devorados por animales salvajes.   9) El cinturón de Hipólita: La tribu de las Amazonas vivía en Temiscira, en el Ponto Euxino (Mar Negro). En esta tribu las mujeres tenían el poder, y su reina era Hipólita, hija de Ares y Otrere. Hipólita recibió de su padre un reluciente cinturón, símbolo de su reinado.​ Euristeo ordenó a Heracles traerle este cinturón. El hijo de Zeus escogió a Telamón, Demoleón y Autólico, valientes soldados, y juntos partieron al país de las Amazonas. Hipólita y las Amazonas se enteraron de la llegada de los héroes, y fueron a recibirlos. Heracles le comunicó el objetivo de su visita, y la reina accedió a entregar el cinturón. Pero en ese momento intervino Hera convertida en Amazona, y convenció a las demás de que los hombres habían llegado para derrocar a Hipólita. Entonces las Amazonas tomaron sus armas y se lanzaron contra los forasteros. En la batalla murieron muchas Amazonas valientes, incluida Hipólita. Heracles tomó el cinturón y volvió a Micenas con sus compañeros. Luego se lo entregó a Euristeo.  10) Los bueyes de Gerión: Gerión era un monstruo horrible con tres cabezas y tres cuerpos. En la isla de Eritia tenía su rebaño con hermosos bueyes rojos. El pastor era Euritión, hijo de Ares, junto con su perro invencible Ortro, que tenía dos cabezas y cola de serpiente. ​ Euristeo ordenó a Heracles traer esos bueyes rojos. Heracles viajó hasta Tartessos, construida en un estrecho que se creía el fin del mundo. Aquí, el héroe tuvo que ingeniar una forma de llegar a la isla Eritia, que estaba en medio del océano. Le pidió al Sol la taza de oro, obra de Hefesto, que era el carro que arrastraban sus yeguas. Con el cuerno de Amaltea, regalo de Hermes, lleno de provisiones para el viaje, Heracles partió a la isla. Tras superar numerosas tempestades, llegó a Eritia y subió al monte Abanta. El perro Ortro se dio cuenta y salió a buscarlo, pero Heracles lo mató con su garrote. Al pastor Euritión, que llegó corriendo a ver qué pasaba,  también lo mató con su garrote. Y mientras ataba los bueyes para llevárselos, llegó Gerión para intentar recuperar su rebaño. Heracles lo mató con una flecha. Después metió los bueyes al carro de oro y fue a Tartessos, donde se lo devolvió al Sol. Tras numerosas peripecias, el héroe llegó a Micenas y entregó los bueyes a Euristeo.  11) Cerbero: En el Inframundo, reino de Hades y Perséfone, nadie podía escapar. Plutón había puesto en la puerta un guardián terrible: Cerbero, con cuerpo de perro, cincuenta cabezas (las tres delanteras de perro, las otras de diferentes animales) y cola de serpiente. Euristeo le ordenó a Heracles traer ese monstruo. Antes de partir, el héroe fue a Eleusis, donde fue iniciado en los Misterios Eleusinos por Eumolpo tras ser purificado por Museo, hijo de Orfeo.​  Los dioses protectores de Heracles, Hermes y Artemisa, lo acompañaron hasta las puertas del infierno. El héroe llegó al mar que lo separaba el reino de los muertos por medio de una cueva. Una vez en la otra orilla, Caronte lo llevó en su barca. En el camino encontró muchas almas en pena. Luego se presentó ante Hades y Perséfone y les pidó permiso para llevarse a Cerbero. El dios del Inframundo accedió con la condición de que Heracles capturará al animal con sus propias manos. Hercules fue y se deshizo de todas sus armas. Solo conservó la piel de león como escudo, y tomó algunas piedras del suelo. ​ Al final, Heracles venció a Cerbero tras una lucha cuerpo a cuerpo. El héroe ató al perro y se dirigió a Micenas, pero Hades no cumplió su promesa y no lo dejó salir. Entonces Heracles le disparó una flecha que lo hirió gravemente. Entonces el dios, asustado, lo dejó salir. Cuando vio la luz del sol, Cerbero quedó tan deslumbrado que vomitó. De ese charco salió una planta venenosa. La gente se escondía al ver pasar a Heracles y al gran monstruo. Lo mismo hizo Euristeo, que volvió a esconderse en su vasija. Una vez cumplido el trabajo, Heracles devolvió a Cerbero a los infiernos. ​ 12) Las manzanas de las Hespérides: La madre Tierra, para el matrimonio de Zeus y Hera, les regaló unas manzanas de oro que otorgaban eternidad e inmortalidad. Eran tan bellas que Hera ordenó que plantaran las semillas en su jardín, en el lejano este, más allá del océano. Allí, las semillas brotaron y aparecieron árboles con manzanas de oro.​ Cerca del jardín estaba Atlas, sosteniendo la bóveda celeste. Por ahí también vivían las Hespérides, hijas de la Noche, Egle, Eritia y Hesperetusa. Las Hespérides cortaban las manzanas del jardín, por lo que Hera hizo que Ladón, una enorme serpiente, vigilara el lugar. ​ Euristeo le ordenó a Heracles traer estas manzanas. El héroe tenía que averiguar dónde estaba el jardín, por lo que emprendió un largo viaje. Llegó a Iliria, donde encontró a las ninfas del río. Les preguntó dónde podría estar el jardín,  y ellas lo enviaron con Nereo, el anciano del mar. Le advirtieron que el viejo no hablaría fácilmente, y que probablemente tendría que recurrir a la violencia. Heracles llegó donde el anciano e intentó capturarlo. Pero el viejo escapó y se defendió. Comenzó una lucha entre los dos. Finalmente, el viejo perdió y le dijo a Heracles dónde encontrar el jardín de las manzanas de oro. El hijo de Zeus cruzó África, donde mató a Anteo en Libia y a Busiris en Egipto, luego llegó a Arabia y al Cáucaso.  Allí liberó a Prometeo, encadenado en la montaña por Zeus. Cuando Heracles llegó a la tierra de Atlas, encontró a Titán con las columnas del mundo en sus hombros. El héroe le explicó su misión y él mismo se ofreció a ir por las manzanas, con la condición de que Heracles, mientras tanto, sostuviera las columnas. El héroe aceptó. ​ Atlas, con la ayuda de las Hespérides, neutralizó a la serpiente y se llevó las manzanas. Pero Atlas quiso engañar a Heracles diciendo que él mismo le llevaría las manzanas a Euristeo. El héroe, muy preocupado, fingió aceptar, pero le pidió que sostuviera las columnas unos momentos para colocarse algo en los hombros por el dolor. Así, Heracles engañó a Atlas y volvió a Micenas con las manzanas de oro. ​ Euristeo le regaló las manzanas a Heracles, quién a su vez se las dio a Atenea, su diosa protectora, y ella las devolvió al lugar que pertenecían.   Después de cumplir las tareas y verse libre de su pecado, Heracles siguió cumpliendo hazaña tras hazaña. Sus numerosas aventuras lo convertirían en el personaje griego con más material de la historia. ​​  Grimal, Pierre, (1989). Diccionario de mitología griega y romana.Trad. Francisco Payarols, Barcelona, España: Paidós. (pp. 272)
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